Por Xavier Carrió.- José Blanco declaró el pasado viernes ser creyente y que tras un examen de conciencia diaria dijo que no tiene nada de qué arrepentirse,lo que no dijo era si creía en los milagros. Yo estoy convencido que en su caso se ha producido un milagro. Porque milagro tiene que ser el hecho de que un señor que gana 54.000 euros anuales por su sueldo como ministro más los 12.000 de su actividad como diputado le hubieran dado para que en dos años y medio pudiera comprarse dos casas, una por 670.000 euros, según él dice, sin la ayuda de nadie a pesar de que un constructor afirma haber pagado la mitad, más el ático ilegal en Villa PSOE en la Ría de Arosa. Un señor que desdeña la enseñanza pública y decide llevar a sus hijos a un centro privado por 5.200 al trimestre sin traslado ni comida, podríamos estar asistiendo a la nueva edición del milagro de los panes y los peces.
Como los milagros suelen ser inexplicables, el Sr. Blanco, que es incapaz de explicar sus cuentas, ha convertido en artículo de fe lo de su patrimonio, aunque por estos Juzgados de Lugo ya exista un empresario empeñado en dar una explicación lógica al enriquecimiento del ilustre prócer. Eso si, el Sr. Blanco se ha empeñado en que lo suyo es un milagro y lleva días amenazando con una querella contra quien no crea en su verdad que no le da la gana ni siquiera explicarla. Es cuestión de fe. Palabra de DIOS.
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