
Juan Wilfredo Soto García tenía 46 años. Fue arrestado el pasado 5 de mayo en el parque Leoncio Vidal de la ciudad de Santa Clara, y según fuentes de la disidencia, varios policías le propinaron una “brutal paliza” ante los ojos de todo el mundo en el momento de la detención. Fueron esos golpes, y no las enfermedades crónicas que padecía el activista, los que motivaron su ingreso hospitalario horas después y su posterior fallecimiento, según aseguran los opositores. “Fue golpeado por varios policías con tonfas sobre su espalda. Era un hombre enfermo del corazón”, abundó en su cuenta de Twitter, desde La Habana, la bloguera Yoani Sánchez.
Raúl Castro había incitado a sus seguidores a utilizar la violencia contra la oposición en el recién finalizado VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, y la disidencia cubana lo señala como responsable de este nuevo asesinato. “Lo que nunca haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos”, dijo Castro durante la inauguración del congreso comunista.
Mientras el Gobierno alemán federal ha exigido del Gobierno cubano que aclare las circunstancias que condujeron a la muerte, las informaciones sobre el maltrato de Soto por fuerzas policiales cubanas contradicen las esperanzas de una mejora de la situación de los derechos humanos en Cuba derivada de la liberación de prisioneros políticos durante los últimos meses”, subraya el Ministerio germano de Exteriores en el comunicado emitido este martes, firmado por el viceministro Werner Hoyer. Hoy el eurodiputado español José Ignacio Salafranca pidió una reacción de la UE al asesinato.
¿Y el gobierno español? El Partido Popular pidió este lunes al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que exprese su “enérgica condena” por la muerte del opositor cubano si se comprueba que se debió a una paliza recibida por agentes policiales en Cuba. Ningún comentario de la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez. Hasta ahora, sólo hemos escuchado el “lamento” del secretario de Organización Marcelino Iglesias
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