Fue un día gris, alguien cayó
trajes con galones ahora vienen a por tí
vaya vergüenza maderos, aquí,
en un pueblo noble que sólo quiere vivir
todos unidos para defender nuestros trabajos
o no habrá nada que comer
corazones en vilo, se apaga tu ilusión,
silencio en las calles, Reinosa lloró
¡Corre defiende tu pan!
hoy te lo quieren quitar
¡Lucha por tu libertad!
la que tanto te enseñaron a amar
Sangre de trabajadores cobrando una venganza
un cuerpo está en la acera, la muerte le amenaza
mientras ellos, en sus despachos, borrachos de poder
se lavan las manos y ensucian la verdad
hoy tu, once años después,
son casi las seis, paso lento, vas a trabajar
la nieve casí no te deja ver la fábrica al pasar
y aprietas los dientes porque sabes la verdad
sabes que tu amigo ya no está, ahora quien va a llorar,
ahora quien va a llorar.
A principios de 1987, se comenzaba a plantear una reconversión industrial en Reinosa que amenazaba con el despido de 500 trabajadores. Tras varias jornadas de encierros y acciones por parte de los trabajadores, el día 8 de marzo se anuncia que Enrique Antolín abandona la presidencia de Forjas y Aceros para ocupar la “Consejería de Obras Publicas” del Gobierno del País Vasco. Esta noticia provoca la indignación de los reinosanos, que pensaron que el gobierno sacrificaba la industria de Reinosa para favorecer a la del País Vasco, premiando a Antolín con un cargo político.
El 11 de marzo, Enrique Antolín acude a la factoría Naval Forjas y Aceros de Reinosa para recoger sus cosas y despedirse de sus amigos de la dirección y el comité de empresa. Los trabajadores, enterados de la presencia de Antolín en la fábrica, se reunieron en asamblea urgente y deciden retener contra su voluntad al presidente. Los trabajdores pretenden retrasar la jura de su cargo en el parlamento vasco y forzar una negociación que reduzca el número de despidos. Los trabajadores de la Farga y de la Cenemesa, tras enterarse de lo sucedido, decidieron solidariamente apoyar totalmente la medida de sus compañeros, uniéndose a ellos en la retención de Antolín. En un principio la guardia civil se mantuvo al margen mientras los trabajadores negociaban con el gobierno, pero el 12 de marzo una unidad especial de la Guardia Civil, tras una desmesurada carga, logró liberar al presidente de Forjas y Aceros y trasladarle al País Vasco para jurar su cargo. La operación terminó en una auténtica batalla campal. Los trabajadores hicieron sonar la estruendosa sirena de la factoría para avisar a la población de Reinosa de lo que estaba sucediendo dentro de la fábrica. Inmediatamente numerosos ciudadanos de la ciudad dejaron sus quehaceres diarios y se dirigieron hacia la zona, a su vez los hijos de los trabajadores abandonaron los colegios y el instituto de Educación Secundaria de Reinosa y se dirigieron a la zona. Esta ardiente masa humana se encontró con la Guardia Civil custodiando los accesos a la zona, inmediatamente ambos bandos se enzarzaron en una dura batalla campal en las inmediaciones del “Parque de Cupido”, cercano a los accesos a la zona industrial. El pueblo de Reinosa se sentía en estado de guerra, y los miles de ciudadanos de Reinosa aplastaron a los guardias civiles (alguno de los cuales, viéndose superado, hizo fuego real, afortunadamente sin matar a nadie). Finalmente los guardias civiles, pañuelo blanco en mano, tuvieron que rendirse ante la indignada población. Tras ser desarmados, los guardias civiles fueron expulsados de la ciudad. La batalla dejó un saldo de más de cien heridos graves entre trabajadores y guardias civiles, y un número ingente de contusionados por piedras o pelotas de goma. Pero Enrique Antolín pudo jurar el 13 de marzo su cargo en Vitoria.
La prensa de la época, heredera de Franco o afín al PSOE, criticó al pueblo reinosano y defendió la actuación del gobierno, sin tener en cuenta que la población de Reinosa había respondido a las palizas tremendas palizas recibidas por sindicalistas y que incluso la guardia civil había llegado a abrir fuego.
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